La bioseguridad es el conjunto de prácticas y procedimientos sanitarios que contribuyen a la prevención, disminución o resolución de los peligros asociados a la transmisión de patógenos que pueden generar pérdidas significativas en la cría de ganado ovino o caprino.
La bioseguridad ayuda a limitar la introducción de patógenos en las granjas y su propagación en otras.
Garantizar la seguridad sanitaria de los animales significa, en primer lugar planificar y diseñar las zonas de vida de los animales, garantizando su confort, así como la limpieza y el ambiente de los edificios (temperatura, calidad del aire, higrometría, luz).
Para prevenir el riesgo de contaminación, hay que tener en cuenta la distribución de la nave y de su entorno inmediato, el cual debe estar limpio y perfectamente mantenido (sin residuos por las paredes) para evitar la aparición de plagas (roedores, pájaros, insectos).
Para garantizar una seguridad sanitaria óptima para el rebaño, las granjas de cría de pequeños rumiantes deben contar con:
La organización de los flujos también es una forma sencilla de reducir la presión sanitaria en una granja. Hay que evitar mezclar el circuito “sucio” (personal exterior, efluentes) con el circuito “limpio” (animales, ganaderos, etc.).
Las granjas agroturísticas (casas y hoteles rurales, granjas escuela) deben informarse ante los organismos competentes de los requisitos necesarios en materia de salud y bioseguridad y las medidas oportunas para garantizar la seguridad de los visitantes y de los animales en la granja.
El agua destinada a dar de beber a los pequeños rumiantes no está sujeta a ningún reglamento que establezca estándares de calidad, a diferencia del agua destinada al consumo humano, que debe cumplir criterios de potabilidad. Las normativas solo exigen que sea de calidad “adecuada” y, para ello, se definen una serie de criterios.
Aunque no existe un estándar establecido, se recomienda analizar 100 ml de agua para detectar la ausencia de gérmenes (Coli totales, E. coli, estreptococos, etc.).
La contaminación puede producirse en el momento de la captación del agua, pero también en las tuberías de la granja, en particular debido a la biopelícula residual. Para conocer la calidad bacteriológica del agua se debe realizar un análisis (idealmente en el vado sanitario y al final de la línea). En caso de una calidad bacteriológica insuficiente, se recomienda tomar las medidas correctivas oportunas: comprobar la estanqueidad de la captación y desinfectar el agua (dióxido de cloro, peróxido de hidrógeno o cloro).
Es fundamental conocer la calidad físico-química del agua potable ya que, en determinadas condiciones, puede provocar:
Conviene realizar un análisis físico-químico del agua al menos una vez cada 2 años.
La limpieza a presión es indispensable para obtener un impulso mecánico suficiente para arrastrar las impurezas desprendidas de las paredes de las tuberías por los productos de limpieza.
El protocolo clásico de limpieza del interior de las tuberías para eliminar al máximo la biopelícula es el siguiente:
Esta operación da a las superficies un aspecto a limpio. Se debe utilizar un detergente espumante que facilite el decapado.
La materia orgánica (paja, excrementos, etc.) inhibe la acción de los desinfectantes. El éxito de la desinfección depende por tanto del rigor de la limpieza.
Un buen lavado previo con un producto adecuado asegura entre el 70 y el 80 % de la descontaminación por efecto “flushing”.
El programa de limpieza y desinfección no resulta fácil de aplicar en las granjas de pequeños rumiantes.
Se debe realizar al menos una vez al año. En caso de situación sanitaria (presencia de patógenos en la granja) es una práctica eficaz y beneficiosa.
El programa de limpieza y desinfección se debe aplicar aplica entre cada lote de animales.
Se trata de la primera operación de desinfección después de limpiar la nave. Se suele llevar a cabo pulverizando superficies previamente limpiadas.
Una mala desinfección por pulverización puede suponer ciertos riesgos:
El material utilizado para la descontaminación
El uso de un cañón de espuma facilita la aplicación del desinfectante, siempre que se utilice un producto espumante. Aplicado en forma de espuma, el desinfectante resulta más eficaz. La espuma mejora la adherencia del producto a la superficie, por lo que aumenta el tiempo de contacto y la eficacia de la descontaminación.
El producto utilizado debe ser un producto homologado (categoría TP3 en Europa).
Para la seguridad de los operadores, las medidas de protección son esenciales durante las labores de limpieza y desinfección.