Bioseguridad, evoluciones tecnológicas y normativas, expectativas de la sociedad, problemas económicos… Las salas de incubación deben lidiar con todos estos desafíos en su día a día. Fundamentales en la cadena productiva, aseguran un perfecto control sanitario para obtener pollitos sanos y de alta calidad.
La proliferación de gérmenes se produce durante la eclosión. En las salas de incubación, la eclosión es la parte más propicia para la multiplicación y dispersión de cualquier contaminante.
Por eso, la sala de incubación se divide en dos zonas:
Para mantener un buen nivel sanitario en la incubadora, la circulación de huevos y personas sigue un sentido predefinido pasando de la zona “limpia” a la zona “sucia”. Siempre en marcha hacia delante.
Los residuos de la incubadora se eliminan en áreas específicas sin posibilidad de contaminar el productos. Se almacenan en un vado sanitario aislado. El acceso a la sala de despiece está estrictamente limitado a esta zona de residuos.
Es fundamental que el diseño de la sala de incubación permita estos movimientos: el incumplimiento del sentido de avance contravendría los principios sanitarios básicos.
Los flujos de aire son importantes vectores de patógenos. Por tanto, es necesario comprobar que las puertas estén perfectamente cerradas y controlar los flujos. Las tomas de aire se encuentran en zonas no contaminadas. La difusión de aire en las salas se realiza en función de las necesidades y asegurando siempre un diferencial de presión que permita la circulación del aire de las zonas “limpias” a las “sucias”.
Las superficies deben estar fabricadas con materiales que permitan una limpieza y una desinfección eficaces. Suelos embaldosados o de cemento liso (atendiendo al riesgo de caídas) y paredes también lisas. Es fundamental asegurar el mantenimiento regular de las superficies. Este tipo de suelos impedirá la acumulación de agua estancada y las canaletas ayudarán a evacuar las aguas residuales. Se debe definir un plan de mantenimiento de sifones y desagües. Conviene mantener siempre paredes, suelos y techos sin salientes ni aristas.
Es recomendable realizar análisis bacteriológicos del agua y obtener resultados que cumplan con los criterios bacteriológicos de potabilidad.
También se deben adoptar las acciones necesarias para reducir las incrustaciones de cal en las máquinas y superficies (utilizar productos ácidos una vez al mes).
Se deben proporcionar sistemas de tratamiento de agua para garantizar la calidad del suministro en toda la instalación. Los filtros y equipos de desinfección están sujetos a un mantenimiento periódico regular para evitar que sean una fuente potencial de contaminación.
Hay que distinguir 3 etapas:
La limpieza y desinfección de salas, máquinas y equipos se pueden realizar en buenas condiciones solo si se respetan las consignas de la sala de incubación.
Si se deja desatendido, el material almacenado puede ser una fuente de contaminación. Por tanto, se deben prever espacios de almacenamiento protegidos y controlar visualmente que el material está en el lugar correcto.
La limpieza debe ser tanto mecánica como química. El rascado de la suciedad se realiza en superficies húmedas para no poner en suspensión polvo ni plumas. Está prohibido barrer con escoba. Hay que utilizar rascadores.
Se debe recoger y eliminar la mayor cantidad posible de residuos, polvo y contaminantes microscópicos antes de utilizar cualquier producto.
La limpieza química se realiza aplicando una mezcla de agua y detergente para eliminar la suciedad orgánica o mineral, pero no mata los gérmenes.
Las operaciones de limpieza son muy importantes y se deben registrar por escrito, así como los productos utilizados y sus instrucciones de uso.
La desinfección tiene como objetivo eliminar los gérmenes después de la limpieza. El desinfectante debe ser un producto homologado (categoría TP3 en Europa). Toda la sala se debe desinfectar periódicamente siguiendo un plan predefinido.
Hay que controlar y mantener regularmente los dispositivos de difícil acceso, como conductos, calefactores y ventiladores. La acumulación de polvo potencialmente contaminante es muy perjudicial para el producto.
El personal de la sala de incubación está expuesto a múltiples riesgos sanitarios. Para garantizar una circulación segura por las instalaciones, debe haber recibido una formación teórica y práctica específica.
Además de la formación, debe llevar ropa de trabajo, y en concreto equipos de protección individual (EPI) durante las operaciones de limpieza y desinfección.
El cumplimiento de las medidas de higiene del personal requiere la instalación de varios materiales simples:
Los huevos para incubar son la primera fuente de contaminación en la incubadora.
Las normas para la recogida, el almacenamiento y la desinfección de los huevos para incubar están sujetas a un procedimiento adaptado a cada granja según sus instalaciones.
En la incubadora, hay que calificar, validar y respetar un programa de desinfección de los huevos.
Los huevos para incubar recibidos cumplen criterios cualitativos definidos por la incubadora. En el caso de la presencia de huevos que no cumplan con tales criterios, se deben adoptar medidas y acciones correctivas para garantizar un nivel aceptable.
En el caso de un suministro externo, el stock de origen debe cumplir los mismos requisitos que los impuestos por la incubadora.
Para la seguridad de los operadores, las medidas de protección son esenciales durante las labores de limpieza y desinfección.