En las granjas de conejos, las medidas de bioseguridad son obligatorias para limitar la introducción, circulación y persistencia de contaminantes (patógenos responsables de enfermedades) en la unidad de producción y su propagación en otras. Se debe prestar especial atención a la guardería en caso de enfermedad hemorrágica del conejo (EHC ) y los factores que favorecen su intensidad.
Para prevenir el riesgo de contaminación, hay que tener en cuenta la distribución de la nave y de su entorno inmediato.
Es importante distinguir bien 3 zonas de actividad en la granja:
Es obligatorio tener un plan de bioseguridad que incluya el registro del personal permanente y sus certificados de formación, el registro de cría, el plan de circulación de la granja, el programa de limpieza y desinfección detallado por etapas, el registro de los productos fitosanitarios y biocidas utilizados en la granja, el plan de control de plagas y el plan de auditoría interna.
Cada unidad de producción cuenta con su propio vado sanitario dividido en 2 zonas lavables y desinfectables. Debe estar equipado con un fregadero de agua caliente, jabón líquido, toallas de papel y papeleras. Debe estar separado de la zona de almacenamiento de elementos para los nidos.
Los alrededores de la nave deben presentar una perfecto estado de limpieza y mantenimiento (césped cortado, paredes limpias) para evitar el riesgo de plagas (roedores, insectos). Los accesos a la nave están precedidos por losas de hormigón para facilitar la desinfección.
Deben respetarse las distancias mínimas de instalación respecto a los puntos de agua y a las jaulas de los otros animales como establece la normativa vigente (en Francia, se detalla en los textos departamentales en general).
El espacio de almacenamiento del material utilizado para los nidos debe estar:
Nota: los materiales utilizados deben ser seguros y hay que desechar cualquier material desgastado y almacenarlo lejos de la unidad de producción.
El cuerpo del gazapo está formado por un 80 % de agua y el del conejo adulto por un 66 %. En caso de calidad no controlada, el agua puede constituir un vector de gérmenes potencialmente patógenos perjudicial para la salud y el desarrollo de los animales.
El agua destinada a dar de beber a los conejos no está sujeta a ningún reglamento que establezca estándares de calidad, a diferencia del agua destinada al consumo humano, que debe cumplir criterios de potabilidad. Las normativas solo exigen que sea de calidad “adecuada” y, para ello, se definen una serie de criterios.
Aunque no existe un estándar establecido, se recomienda analizar 100 ml de agua para detectar la ausencia de gérmenes (Coli totales, E. coli, estreptococos, etc.).
La contaminación puede producirse en el momento de la captación del agua, pero también en las tuberías de la granja, en particular debido a la biopelícula residual. Para conocer la calidad bacteriológica del agua se debe realizar un análisis (idealmente en el vado sanitario y al final de la línea). En caso de una calidad bacteriológica insuficiente, se recomienda tomar las medidas correctivas oportunas: comprobar la estanqueidad de la captación y desinfectar el agua (dióxido de cloro, peróxido de hidrógeno o cloro).
Es fundamental conocer la calidad físico-química del agua potable ya que, en determinadas condiciones, puede provocar:
Conviene realizar un análisis físico-químico del agua al menos una vez cada 2 años.
La limpieza a presión es indispensable para obtener un impulso mecánico suficiente para arrastrar las impurezas desprendidas de las paredes de las tuberías por los productos de limpieza.
El protocolo clásico para limpiar el interior de tuberías para eliminar la biopelícula es el siguiente:
El circulador con retorno permanente al tanque garantiza que se mantenga la buena calidad del agua y la limpieza durante el lote.
El programa de limpieza y desinfección y el vacío sanitario se deben definir y adaptar en función del sistema de cría implantado.
Solo se desinfecta una superficie limpia
No existe una buena desinfección sin un lavado previo que asegure entre el 70 y el 80 % de la descontaminación.
Para evitar una nueva contaminación rápida y temprana de un lote, es fundamental lavar y desinfectar los sistemas de aireación.
El lavado y el decapado de algunas partes del edificio son las operaciones más tediosas, pero las más importantes para lograr con éxito una buena desinfección.
La materia orgánica (paja, excrementos, etc.) inhibe la acción de los desinfectantes. El éxito de la desinfección depende por tanto del rigor de la limpieza.
La detergencia permite asimismo disfrutar de un aspecto de jaula nueva, sobre todo si se realiza con un producto espumante.
Se trata de la primera operación de desinfección después de limpiar la nave. Se suele llevar a cabo pulverizando superficies previamente limpiadas. Por motivos sanitarios y normativos, no debe realizarse nunca por termonebulización ni nebulización.
Una mala desinfección por pulverización puede suponer ciertos riesgos:
El material utilizado para la descontaminación
El uso de un cañón de espuma facilita la aplicación del desinfectante, siempre que se utilice un producto espumante. Aplicado en forma de espuma, el desinfectante resulta más eficaz. La espuma mejora la adherencia del producto a la superficie, por lo que aumenta el tiempo de contacto y la eficacia de la descontaminación. El producto utilizado debe ser un producto homologado (categoría TP3 en Europa).
Para la seguridad de los operadores, las medidas de protección son esenciales durante las labores de limpieza y desinfección.